Palabra de Fútbol

Wednesday, May 31, 2006

La azarosa historia de los hermanos Robledo: misterios sin resolver y lecciones de profesionalismo



por Juan Cassavetes

En tiempos como los que corren, con una escena futbolística tan mediocre, con estrellas del balompié creadas por la prensa del corazón y con “embajadores’’ en canchas europeas que apenas coquetean con la titularidad, vale la pena recordar a esos ídolos de verdad; aquellos que con más talento y menos palabrería lograron inscribir su nombre en la historia del fútbol criollo y, en ciertos casos, mundial.

La historia de los hermanos Robledo podría ser sin duda una de aquellas y sus nombres podrían ser hoy un referente obligado en el medio futbolístico. Lamentablemente, no se podría decir que es el caso. El radio de su fama se limita sólo a los conocimientos especializados de algunos periodistas deportivos jóvenes (pero instruidos), uno que otro futbolero ilustrado, y a la memoria de los hinchas veteranos de Colo Colo y el Newcastle de Inglaterra, clubes donde militaron en la década del 50, con un éxito que deja a los Valdés, a los Jiménez y a los Contreras (ahorrándome a los Pinillas) como meros “turistas’’, paseando por el Viejo Continente.

Y ya que hablamos de turistas, es imposible no “destacar’’ el profesionalismo de la mayoría de los reporteros y cronistas deportivos de la época, los que vieron jugar a esta dupla. Tipos caballerosos, de palabra amable y nula opinión, se peleaban por acompañar a las delegaciones nacionales en sus giras, para después volver con los estómagos llenos de aperitivos y las maletas cargadas de souvenirs para sus familias, prestos para transcribir textualmente los cables que enviaban las agencias internacionales.

Si bien la tecnología y los recursos de hace medio siglo no posibilitaban una información deportiva completa y actualizada del acontecer futbolístico mundial para el público chileno, lo cierto es que el de Jorge y Eduardo Robledo es sólo uno de tantos otros casos similares -aplicables no sólo al deporte (y no sólo a Chile, sin duda)- con episodios de trayectoria reconocidas en el extranjero y muertes ignoradas y anónimas.

La singular historia de los Robledo, que incluye títulos de liga, tentativas de nacionalización y una muerte sin resolver en un crucero arábico, es nuestro especial de PALABRA DE FÚTBOL de hoy, dividida en 2 entregas. A continuación, la historia de Jorge Robledo.


Jorge “Pancho’’ Robledo

Dos o tres años mayor que su hermano Eduardo, “El Gringo’’, como se le conoció en algún momento a Jorge en Chile, nació para ser crack. Oriundo de Iquique, emigró a Inglaterra junto a su hermano en 1932, a los 5 años de edad, a la casa de su madre inglesa.

Durante la Guerra, ambos defendieron la camiseta del Barnsley. En su debut ante el Newcastle, Jorge marcó una tripleta, lo que lo hizo estar en la mira de dicho club por varios años. Años más tarde, accedió a fichar por el Newcastle con la condición de que su hermano también fuese contratado. Pese a que no habían visto nunca jugar a Eduardo, el talento de “George’’ hizo posible la transacción en 1949 y no decepcionó en su debut: marcó el gol de la victoria frente al Sunderland, convirtiéndose en un “héroe instantáneamente’’, tal como consigna la página oficial del equipo inglés.

A partir de entonces, y hasta 1953, la magia y los goles de Robledo lo convirtieron en una leyenda, con actuaciones memorables como en la final de liga de 1952, donde un gol suyo frente al Arsenal le dio el titulo a su equipo (ya había marcado el gol del triunfo en la semifinal frente al Blackburn Rovers). A tal punto llegó su fama, que, según ciertas fuentes, los británicos plantearon la necesidad de darle la nacionalidad inglesa, para que jugase por la selección.

Pese a esto, Pancho -como era llamado por sus compañeros en el Newcastle-, respondió al llamado de la Asociación Central de Fútbol y viajó para representar a Chile en el Mundial de Brasil 1950. En el Estadio Maracaná, le toca en el primer partido jugar contra la selección inglesa, ante la cual perdió por dos goles a cero. Después de perder contra España, marca un gol en el triunfo frente a EE.UU. por 5-2, ya eliminados.

En 1953, Jorge y Eduardo dejan el Newcastle y retornan a Chile para jugar por Colo Colo. Según se ha dicho, las persuasivas ofertas de Antonio Labán (presidente del club albo por ese entonces) y los deseos de volver a su patria habrían motivado esta decisión, extraña a primera vista.

Tras el pago de 25 mil libras esterlinas por su pase, Jorge llegó a Colo Colo con un notable currículum bajo el brazo: 91 goles en 166 partidos con “Las Urracas’’, era el primer sudamericano en jugar una final en Wembley (1951) y “el primer extranjero que marcaba un gol en la catedral del fútbol mundial’’ (1952). Sólo para la estadística, Marcelo Salas fue el segundo chileno que marcó goles en esta cancha, el 11 de febrero de 1998.

Además, Jorge mantiene hasta hoy el récord en el club, que iguala el obtenido por el escocés Hughie Gallacher en 1927, al marcar 39 goles en una temporada. En las cuatro temporadas que “George’’ pasa en Newcastle, el club gana dos veces la Copa Inglesa. (La primera vez que lo hace en forma consecutiva en el siglo XX).

En su primer año en Chile, Jorge saca campeón al club popular, convirtiéndose en el máximo artillero de la temporada. Al año siguiente, en 1954, si bien repite el “pichichi’’, no consigue el título, que queda en manos de la Universidad Católica. Según se afirma en la página web de Colo Colo, “el juego de Robledo era un juego técnicamente inglés, responsable y disciplinado, de ataque metódico y eficiente. Jorge fue toda una escuela para sus compañeros de club’’.

En lo futbolístico, lo último que se sabe de Robledo es su participación en las eliminatorias de Suiza 1954. Chile perdió todos los partidos de su grupo (contra Paraguay y Brasil), y el único gol chileno en los 4 encuentros fue precisamente de Jorge.

En cuanto a sus últimos días, los únicos antecedentes que se tenían eran aportados por el escritor nacional Germán Marín, quien dedicó su libro “Carne de Perro’’ a los hermanos Robledo. Según la dedicatoria de Marín, “Jorge repitió los días en el pueblo de Rancagua, en un empleo burocrático, acabando como guardián de puerta en el colegio Mackay de Viña del Mar’’.

Durante mucho tiempo circularon además una serie de informaciones que no pudieron ser del todo confirmadas, como por ejemplo su afición compulsiva al whisky, en especial tras la extraña muerte de su hermano Eduardo (tema del próximo capítulo). Lo cierto es que la última palabra quedó registrada por el periodista Francisco Mouat, quien en su crónica de la Revista El Sábado, del 21 de febrero del 2004, titulada precisamente “Los hermanos Robledo’’, aclara en parte el desenlace de esta historia.

“Jorge Robledo terminó sus días no de guardián de puerta del Colegio Mackay, sino como encargado de deportes del colegio Saint Peter´s de Viña del Mar. Murió joven e inesperadamente, a los 62 años, de un paro cardiorrespiratorio. Le sobreviven su esposa y una hija, ambas radicadas en Viña del Mar’’.

Mouat, quien ha sido uno de los pocos en investigar sobre los Robledo, afirma que Jorge conoció a su esposa Gladys Nissim en Rancagua, formando “una hermosa pareja’’. Se casaron en 1959, dos años antes de que el astro dejara el fútbol en O’Higgins, retirándose de manera discreta, “sin hacer mayor ruido’’.

Monday, May 29, 2006

Que malo que era Pellegrini o el fúbol más allá del fútbol

“22 tipos corriendo detrás de una pelota, porque mejor no se compran una para cada uno” (Jorge Luis Borges)

En tiempos de Borges, el fútbol era sinónimo, casi exclusivamente de pelota. Y naturalmente. Pues el partido de fútbol consistió y consiste en controlar la circulación de ella rumbo al arco contrario. Hoy sus detractores tienen una pléyade de instancias para criticar al popular deporte. Barras bravas y violencia, se reprocha desde los círculos conservadores, horas y horas televisivas durante los 365 días del año, se quejan los indiferentes; manipulación ideológica, ladran los activistas antisistémicos; danza de los millones de dólares, corrupción y mafia, reclaman acongojados e indignado “concientes”, “anti capitalistas” y “moralistas”. Locura y festival del sinsentido, claman los racionalistas dotados de un escaso sentido del humor. Y la guinda de la torta: la farándula. Cuán engorrosas situaciones recorren la cancha de fútbol.
Todas estas acusaciones están en lo cierto. Empero, todos estos predicados son posibles al hablar de fútbol. Las bambalinas son más significativas que la obra. Más aún, hasta los amantes y seguidores de ésta pasión hemos pedido el cambio y hemos decidido salir de la cancha para relacionar el juego con las habladurías del mundo.
-Hola ¿De que hablan?
-Buenas, como andas. Hablamos de fútbol. Siéntate.
-Gracias
- Y como te iba diciendo, Beckham filmó un reclame y le pagaron mil millones.
- Sabías tú que en Vietnam niñas y niños de 8 años hacen los zapatos que ocupa ronaldinho.
- y ganan un pan diario
- Tú sabes que la elección de la FIFA estaba todo arreglado.
- No me extraña para nada.
- Supiste que la U quebró
- Piñera compró Colocolo
- Blanco y Negro querrás decir.
- En fin, los mismo, a propósito, el otro día nos apiedraron la micro al salir del estadio.
- Supiste lo de Navia y lo de Marck González.
- Si supe, y supe que Navia está casado con hijos.
- Pinilla quiere ser capitán de la selección.
- ¿Cuántos partidos completos habrá jugado ese payaso?
- Más de diez, menos de quince.
- Mauricio Israel pololea con una modelo.
- Si supe lo leí en “lun”, los vieron en el recital de Castro.
- Andaba quenita también ahí…

Así se pasa el tiempo, hasta que el sol se asoma tras las montañas y cada cual vuelve a su madriguera. Al día siguiente todos recuerdan en el silencio de un improvisado almuerzo que buena estuvo la conversación nocturna. Quizás, alguien notó, que no fue necesario hablar de ningún golazo, de ninguna gambeta, ni siquiera de alguna clásica y tragicómica patada de algún zaguero, ya ni los arbitrajes llamaron la atención.
Los esencialistas y nostálgicos pueden quejarse y recordar a Beckenbuauer, ¡Que jugador!, ¡Como cabeceaba Campos!, ¡Que malo que era Pelegrini!, ¡El Real Madrid de los cincuenta era máquina, Qué equipazo!.... Bueno hoy, le agregaríamos; ¡Te refieres al Real Madrid con Franco en las tribunas!.... En algunos pocos años más se dirá probablemente, ¡Que buen equipo fue el Colocolo de Piñera!.... Uff!… Eso me dio escalofríos, aún así, prefiero quitarle la pelota a otro antes que comprarme una para mí sólo.
Andrés Vidal

Friday, May 26, 2006

Del tedio, la tecnología y el fútbol



Concuerdo plenamente con el análisis realizado en el artículo precedente. No vamos a entrar acá en detalles que tengan que ver con las propiedades del futbol y su fundamental condición de juego, es decir, no será necesario dudar de tal condición. La tecnología ha demostrado ser eficaz sólo en materias que se concentren en difundir el juego, por eso la televisión es un medio favorable para nosotros los amantes del futbol siempre y cuando se concentre en hacer crecer belleza. Sin embargo, y no quiero sonar majadero, no existe tecnología para callar a tanto comentarista inútil.
Deben ser los mismos lateros de siempre los que piden un incremento en la veracidad de las acciones de futbol, deben ser los mismos, que por el tedio nacido de su pobreza mental, se pasan horas y horas hablando de pelotas con schips, de arcos con cámaras, de repeticiones instantaneas de jugadas, de la justicia, de la regularidad, etc... Es cierto que el aburrimiento es la madre de las artes, pero Niembrio, Israel y otros tantos no son para nada artístas, al menos no hasta el momento. De ese tedio entonces, de ese aburrimiento estéril de señores como Niembro o Israel, que se adueñan de los medios televisivos (y no sólo de programas que tratan de futbol) y que, como tienen tanto tiempo al aire, no saben de qué hablar, de ese tedio, digo, nacen las ideas más absurdas y ociosas y de eso será en algún momento víctima la pelota, otrora amarilla como el interior de un zapallo, ahora intervenida a tal punto que le falta hablar ¿porqué no mejor, estos señores, se van a los generosos archivos de los canales en los cuales trabajan y dejan corriendo partidos de antaño? ¿porque no eso, antes que hablar de más, antes que porvocar estas lineas irritadas, esta revista virtual irritada?
Hablando con un amigo bromeabamos acerca de que si se pudiera pedir el canal del futbol (cdf) sin la voz de Pablo Flamm, este servicio debiera costar más caro del precio normal (sería negocio para vtr), y sinceramente, si mi bolsillo lo permitiera, estaría dispuesto a darme ese lujo. Es que ya el nivel de tontera supera la paciencia del más sereno de los hombres; si el lector de esta columna se fija bien en los comentarios de Flamm, descubrirá que éste no está siguiendo el partido, que no habla de lo que ocurre en la cancha, sino que habla de nimiedades, recurre al partido como a una excusa, como un suceso secundario y cuando emite su juicio, este es siempre positivo y amarilliento, siempre está dentro de lo politicamte correcto. Si alguien escuchara sus comentarios sin ver lo que ocurre en la pantalla, pensaría en cualquier cosa menos en las palabras de Flamm, es decir, ni siquera tiene un entusiasmo negador de la realidad como Palma que por lo menos le pone ganas y entusiasmo para contrarrestar la falta de espectáculo; simplemente, Pablo Flamm no expresa nada, es una monótona y estúpida melodía. Sin embargo sigue ahí.

La discusión por implementar la tecnología en el fútbol sin duda nos lleva a defender las declaraciones enumeradas en el artículo anterior, pero antes que nada debemos precavernos de escuchar las lánguidas y generalmente totalitarias opiniones de estos engendros televisivos que, la verdad, mucho no aportan y lo que es peor, tienen el poder suficiente para sugerir un debate de este tipo, un debate que atenta contra la esencia del juego (con esto me refiero principalmente a tipos peligrosos como Niembro y Israel).
Porque, ciertamente, nadie quiere pasarse diez horas en un estadio, ni descubrir derepente que el fútbol es injusto, que es azaroso; que es lindo cuando las reglas son secundarias, no cuando son portagonistas.
Esto, señores, no es más que palabra de fútbol.
Ignazio.

El fútbol americano y el fútbol continental

El afán de los norteamericanos por la precisión en la toma de decisiones, según la cual incluso están dispuestos a detener el juego para debatir las posibles faltas y tomar las oportunas decisiones, deriva en partidos cuya duración real es mucho mayor que la duración oficial. Treinta minutos ed tiempo de juego cronomertado equivalenaproximadamente a una hora y media o más de tiempo real. Por contraste, en el fútbol continental cuarenta y cinco minutos de fútbol son básicamente cuarenta y cinco minutos de fútbol, a los que se añaden dos o tres minutos de descuento para compensar las interrupciones prolongadas en las que es preciso atender médicamente a un jugador. Este problema se vio aumentado hace algunos años cuando, durante un par de temporadas, se estableció un sistema de apelación de las jugadas dudosas ante un comité de árbitros que se encontraban en lo alto de los estadios revisando cámaras con tecnología muy avanzada. Esto motivaba que la duración de los partidos fuera muchísimo mayor que antes, lo que evidentemente no ayudaba al problema.

Las últimas cruzadas de algunos dirigentes del fútbol internacional han pretendido que los árbitrajes puedan ser finamente evaluados con tecnologías de punta. De acuerdo a esto, incluso se ha propuesto la existencia de un comité de árbitros que se encuentre en las tribunas y que tenga un poder de decisión irrevocable. Tampoco era de extrañar el sensor que se intentó colocar en los arcos para dirimir cuando un balón trasapasa efectivamente la línea de gol.

Ante esto, Palabra de Fútbol declara:
1º No deseamos seguir ideología yankee (argumento ad hominem)
2º No queremos perder tiempo en estupideces (argumento impulsivo)
3º No estamos dispuestos a estar más de dos horas en un estadio (argumento del análisis económico)
4º No estamos dispuestos a tolerar más de dos horas de transmisión del fútbol a través del televisor, cuando se trate de partidos de la liga local (argumento del análisis económico combinado con desesperación y delirio)

Señores, esto es palabra de Fútbol, y el debate está abierto.

Señores, ¿están dispuestos a sacrificar tiempo y dinero por el áfán de lograr decisiones detalladas y que se acerquen de mejor manera a la verdad? ¿es esto un juego?

Manden sus comentarios.

Friday, May 19, 2006

Los micrófonos en la banca

Al sintonizar el Canal del Fútbol (CDF), se puede escuchar, a más de un relato poco motivante y con nulo análisis crítico, los gritos e instrucciones de los entrenadores de ambos equipos. Hoy viernes en la noche, la guerra de bancas era precisa para escuchar los argumentos de dos monstruos: Cavalleri y Borghi. El "Bichi", al reclamar fallos arbitrales, argumentaba que ellos eran técnicos y que los árbitros eran los profesores. Después, daba una instrucción tibia a Aceval, que no sabía a quien tocársela, para después felicitar a González, el colombiano, que parece un filtro en la defensa "alba". Sin embargo, lo que mas me impresionó fueron las instrucciones de Fernando Cavalleri. Apenas dio un par de insterucciones básicas y el resto fueron solamente unos "dale dale.......", "hacia adelante", "tóquela antes", y después venía un suspiro, como queriendo decir, "estos jugadores de mierda que me mandaron". Se sabía que Puerto Montt no iba a dar la sorpresa, pero el funcionamiento demostró que en Chile los equipos de más abajo no tienen por donde. Un entrenador resignado y unos cuantos jugadores que estan dispuestos a vivir mucho tiempo más en el seno del Reloncaví, junto a sus madres, que preparan ricos panes y saben demostrar las bondades de la vida sureña. No hay esa ambición de triunfo de un Droguett, que hace un par de goles y quiere irse a Europa, ni esa avidez vacía de ese tal Pinilla. Tampoco está la estupidez de Valdivia, quien hoy sólo parecía querer retirarse al hotel y probar el frigo bar. Dios mío, cuanta pasión falta aquí. Por ello, reivindico a aquellos jugadores de Puerto Montt que parecían entretenidos jugando, como en una liga amateur. Ni siquiera malintencionados, disfrutaron del partido, paraban a Fernández después de los fouls y le deseaban mejor suerte a Suazo después de rematar al arco.

Amigos míos, Esto es Palabra de Fútbol.

Wednesday, May 10, 2006

Tuesday, May 09, 2006

La moda al día (el fútbol mañana)

Ciertamente el Señor Pinilla se ve bastante bien calzando aquellos buzos. ¡Si hasta parece jugador! Indiferentemente con los colores del Sporting de Lisboa o el del Racing de Santander; adidas por acá, nike por allá, escudos por aquí visos y cintillos por allí. Realmente se parece a esos pendejos que llegan a las plazas públicas (las que visitan sólo si no están en el mall), con sus trajes completos del Real Madrid o de la Roma, con la 9 de Ronaldo, la 10 de Totti y unos botines impecables, pero que no saben hacer nada con la pelota en sus pies.
Lucir una buena pinta no es sinónimo de buen futbol. Los visos tampoco ayudan (si no pregúntenle al Rambo Ramírez). Pinilla es como esos niñitos con pintas impecables pero sin carácter, sin oficio, etc.. y lo peor –o lo increíble de todo esto- es que es pieza fija en nuestra selección. ¿Por qué?, digo yo, si hasta Alvaro Sarabia o Juan Lorca hacen más goles, ¿acaso es esto un concurso de moda? ¿acaso ahora el fútbol se decide por la popularidad mediática, por las relaciones del jugador con la farándula?
Igual que ese tal Benjamín Ruiz, que cumpliendo un rendimiento muy bajo como lateral en Audax, fue contratado inexplicablemente por colo-colo y ahora quien sabe dónde juega, pero claro, tenía buena pinta, era del gusto de las chiquillas y tal vez podía traer más gente al estadio, pero de futbol nada, ni siquiera maneja su puesto, por eso no jugó en colo-colo. Por suerte Valdivia juega bien, porque si no estaría en el mismo saco.
Lo cierto es que esta farandulización del fútbol resulta desastrosa, impide que haya juego, los jugadores son contratados por sus pintas, por popularidad, como por rating, eso no puede ser, el fútbol no debe insertarse en los cánones de una cultura superficial y patética como la nuestra, el fútbol debe huir de ahí y aproximarse más a su historia, a sus héroes, a su corta pero intensa y rica mitología. Si el jugador olvida eso y comienza a hablar a las cámaras, como si esto fuera un reality, es que hemos perdido la tragedia futbolística, el fonfo que sostiene al juego; queremos hacer parte a todo el país de la persecución de un árbitro, sin ser capaces de tolerarla solos,sin confiar en la propia superación ¿cómo vamos a poder así avanzar en un mundial o ganar que sea una copa América, si no tenemos la capacidad de enfrentar adversidades y entenderlas como parte del juego, como las vallas y los obstáculos que se presentan tanto en él como en la vida?
Meter a todos estos payasos en un reality del fútbol chileno sería bueno, así Pinilla luciría en paz sus buzitos y Valdivia le hablaría tranquilo a las cámaras, pero, diría alguien, perderíamos a nuestras promesas: sí, habría nuevamente una generación perdida, pero es que con esos ejemplos o referentes estamos perdiendo demasiado.
Como podemos explicarle a un niño lo que acaso sea el fútbol, si es que prendemos la televisión y sale Valdivia diciéndole a Camiroaga que él juega fútbol para divertirse, que lo hace con alegría ¿de adonde saliste Valdivia? si tu rostro en la cancha es de rencor, con ese monótono masticar de chicle, con esa actitud pedante, con esa sonrisa irónica que no es de goce sino que de burla. Dices eso porque ves en los comerciales de Nike a Ronaldinho y lees “Juega bonito”, “Juega con alegría”, etc... entonces tú impostas esa actitud y tratas de venderla acá, como si todos fuéramos huevones. ¿Qué tipo de farsa es esta?, ¿cuándo va a llegar un héroe al fútbol chileno? Con esto me refiero a un jugador honesto con la pelota y con sus sentimientos hacia el fútbol, uno que se dedique a jugar y a crecer como jugador, no a coleccionar poleras ni a sacarse fotos con las figuras del fútbol mundial, uno que primero ponga la cancha y al equipo y después hable de lo que quiera, pero que primero lo primero.

Sunday, May 07, 2006

El fútbol y la publicidad: introducción a los estudios de Ignacio Aguirre.


“Para el periodo cultural que se avecina se necesitan combatientes: hemos de conservarnos para entonces.” Friedrich Nietzsche.



Para nadie debe resultar extraño que se hable hoy en día de la democratización de todas las instancias de la vida diaria. ¿Qué quiere decirnos esto? Acaso abrir cada rincón para el acceso a las mayorías sedientas de saberes, frutos, delicias de países y regiones jamás soñadas. Democracia, mayor participación, mayor información. Claro, si nos quedamos en la superficie de estas palabras nos parecen del todo idóneas para construir el paraíso aquí en la tierra. Imaginamos el libre acceso de todo por todos, y no llegamos a alarmarnos por ello. Qué suprema felicidad. Qué bellos paisajes nos retratan los discursos democráticos anónimos que flotan en el aire, encaramándose silenciosamente sobre las vitrinas del comercio mal iluminadas. Lo que “quiere” la mayoría, pues eso es precisamente lo que “debe” de estar Bien.
El fútbol no es ajeno a esta fuerza democratizante. El dominio de lo público, de la medianía, determina y configura los modos en que se desarrolla, dentro y fuera de la cancha, el juego incierto. Y hasta en las cosas más pequeñas y, en apariencia, insignificantes de la cotidianidad. Todos quieren saber de todo. Todos creen saber de todo. Todos se sienten con el “derecho” a hablar de todo. Lo público determina de qué se habla y cómo se habla. Todo se mediatiza. Todo entra en los estrechos márgenes del comprender común. En este plano, que el jugador de Colo-Colo Valdivia, de condiciones envidiables, haya tratado de buscar abrigo en las cámaras de televisión, es decir, el respaldo de la “opinión pública” no nos debe parecer extraño. O que las empresas confundan el juego con las determinaciones publicitarias, que presidentes de sociedades anónimas se indignen con el equipo por perder pues bajan las acciones, hay menos miradas y deseos puestos en la cancha, se alejan los compradores, se alejan los afiches publicitarios. No, eso no nos puede sorprender, menos ahora que los titulares de los diarios condicionan y regulan, que la masificación de los medios de comunicación se ve determinada por lo que quiere ver el “medio”. No nos podemos dejar sorprender, como sí lo hacen los animadores corruptos de los programas deportivos. Los tiempos nos donan señas de que se avecina una tormenta silenciosa, una tormenta como jamás antes hubo en la Tierra. ¿Podremos enfrentarla dejando el paraguas en casa, con la jovialidad y seriedad de un niño embargado por la fuerza inocente del juego?.

luis felipe oyarzún

Friday, May 05, 2006

Sobre las amenazas

Se ha hablado mucho el último tiempo acerca de las amenazas de los árbitros hacia los jugadores durante el desarrollo de un partido. El jugador Valdivia ha acusado al árbitro Selman de poco hombre y de otros improperios como que el referee tenía una hija que gustaba del "quinceañero" jugador. Sin perjuicio de que la discusión no ha pasado a mayores debido a los perdondes entre Valdivia y el comité de árbitros, muchos periodistas, como Felipe Bianchi, han encendido la voz de alarma sobre las amenazas que profieren los árbitros hacia los jugadores. Han levantado la voz, señalando que este tema no puede quedar así y que no se puede barrer el polvo y dejarlo debajo de la alfombra. He aquí una explicación sobre las amenazas:
- La amenaza representa la promesa de irrogar un mal futuro, en vistas de una situación actual.
- Es decir, condiciona la aplicación de un mal futuro al acaecimiento de un suceso predeterminado por el sujeto activo.
- La discusión subyacente es la posibilidad de que existan amenazas lícitas. Las ilícitas son las que tienden a una ganancia o a un resultado no acorde con la justicia.
- Así, en nuestro derecho positivo o incluso en nuestras relaciones de trato recíproco, pueden existir amenazas lícitas. Del primer caso son las que implican la promesa de un mal futuro, pero que legítimamente se establece como facultad en el sujeto activo (ejemplo: Jorge, después de reclamar por todos los medios el pago de una casa que vendió a Ruben, le dice: "Si no me pagas el mes entrante, te voy a embargar los bienes"). Del segundo caso, son aquellos que implican una reciprocidad negativa. Es decir, si bien dentro de las relaciones humanas no debe haber un intercambio mercantil, en donde las cosas se miren como estrictamente equivalentes, el amigo que no llame al otro va a sufrir la reciprocidad negativa. De este modo, se puede proferir una reprimenda del tipo: "Jorge, no te voy a llamar más, estoy cansado de tu desidia como amigo". Incluso esta conducta, "la reciprocidad negativa", se da tempranamente en los chimpancés. Así, el chimpancé que no comparte su comida con el resto, es advertido de que podrá quedarse sólo en un futuro, mediante actos simbólicos.

Conclusión: la amenaza lícita es perfectamente legítima dentro de un marco de justicia correctiva. Nadie está obligado a sufrir un mal o un perjuicio de parte del resto. Por ello, se ve en la necesidad de prometer un mal futuro amparado en usos normativos o en verdaderas normas legales. Más aún, si hemos dado a Ruben Selman, uno de los grandes del referato nacional, potestades como árbitro de fútbol, le es lícito proferir amenazas del tipo que hemos venido comentando.

Señores, esto es palabra ed fútbol.

Tuesday, May 02, 2006

Para hablar, jugar y bailar

A propósito de la columna en homenaje a Tony Adams y Paul Merson.




Hay algunos jugadores que pueden darse ciertos lujos a la hora de dar declaraciones. Sus dichos, eso sí, solo adquieren real importancia y coherencia cuando se adaptan a la personalidad o al genio del jugador.
De nada sirve llenarse la boca de palabras y luego no jugar a nada, el juego está en la cancha, de eso no hay duda.
Por eso es que el tema de la compatibilidad entre la noche y el juego (conflicto futbolero que fue puesto en el tapete en un artículo escrito en este mismo espacio) debe demostrarse con la pelotita, ya que las habilidades nocturnas se pierden a nuestros ojos.
Johan Cruyff, gestor de la gran campaña de Holanda en el mundial del 74 y hijo de un verdulero que instaló su negocio al costado del estadio del Ajax, declaraba hace años lo siguiente "Cuando vas ganando 4-0 y quedan 10 minutos de partido, es mejor dar al poste un par de veces para que el publico grite 'ooooh'. Siempre me ha encantado ese sonido cuando la pelota da con fuerza al poste". Claro, es que “El flaco”, como le decían por su contextura (la cual no significó un obstáculo en su carrera gracias a su enorme capacidad como futbolista), podía pegarle al palo las veces que quisiera, sin arriesgar pelotazos a las rejas o a los camarógrafos.
Pero tal y como Cruyff gozaba de esas sutilezas o excentricidades, de hecho, posibles para él, no entendía otros placeres, placeres de otra índole sin duda; aquellos que tienen relación con la noche. Por eso, ya siendo en los noventas D.T. del Barcelona, debe haberle causado gran impresión cuando, en su afán conciliador y educativo, mantuvo este sabroso dialogo con su pupilo Romario: “Cruyff: 'No deberías salir tanto por la noche', Romario:'¿Y quién crees que eres para decirme eso?¿mi padre?'”
Romario era capaz de hacer callar al propio Cruyff cuando le tocaban el tema de la noche. Para un jugador como él, ese era un tema ajeno al futbol, distinto de él, nada tenía que ver el rendimiento en la cancha con la lujuria nocturna.
Lo que ocurre es que este tipo de placeres, tan alejados del rectángulo de pasto, desconciertan a quienes pretenden limitar la vida del futbolista a la pelota, al sacrificio y a la exclusiva dedicación, sin tomar conciencia de que hay jugadores que simplemente no necesitan tantas concentraciones y charlas y sacrificios para jugar bien. Este es un problema que parece no tener solución, ¿la noche o el juego? A Romario le acomodaban las dos, de eso no caben dudas, el problema es cuando los malos o medianos jugadores empiezan a comportarse a la “romario”.
Otro experto en estas materias, en esta doble vida, si el podemos llamar de alguna manera, es Diego Armando Maradona, quien esbozó esta pequeña reflexión acerca de los fundamentos fisiológicos de esta atracción que siente el futbolista por la noche. El “pelusa” dice:
"Reconozco que la noche me gusta, pero nos gusta a todos, eh. Especialmente a los que jugamos al fútbol porque tenemos mucha facilidad de movimientos con el propio cuerpo y eso nos hace muy buenos danzarines. Ese es el fundamento por el cual a casi todos los jugadores de fútbol nos gusta la noche y el baile. Manteniendo el equilibrio, un par de salidas no pueden dañar a nadie, pero nunca cambiaría una noche de joda por un partido de fútbol."
Como se puede ver, el astro argentino termina recomendando un equilibrio entre ambos polos aparentemente opuestos (la noche y el futbol) y se inclina por el último, aunque nos queden aún dudas.
Estas son frases con autoridad, una conversación entre las estrellas del futbol, de jugadores que, aunque se vayan de farra, han llegado a ser los mejores. Así también el caso de Merson y Adams, los cuales lograron una regularidad increíble en sus equipos.
Lamentablemente este no es el caso de Pinilla, que sin haber ganado absolutamente nada, ha hablado y protagonizado las más grandes estupideces y sandeces que jamás haya oído y visto la familia futbolera. Es sabido que Pinilla es un aficionado a la noche, pero la regularidad que mantiene, indistintamente, en la barra de la discoteca como en la pista de baile, no la ha podido mantener en su profesión: ha pasado por cinco equipos y apenas destacó en uno, en la “U”, que ni siquiera lo tiene considerado entre sus ídolos. Pinilla es una especie de mártir de esta dicotomía entre el deporte y la fiesta, en el sentido de que su juego murió en pos de la farándula, la noche y las mujeres. Y más encima en el rubro nocturno no tiene gracia, enredándose en conflictos aburridos y saliéndole al paso con poca gracia. Además su forma de hablar, aún engreída, no se corresponde con el pobre futbol que muestra y con las nefastas conquistas de niñitas del mekano o de quien sabe donde.
Es de destacar, a propósito de Pinilla y para cerrar, la actitud del pequeño ganador Lionel Messi (que al parecer no tiene prontuario nocturno), que en una frase muy apegada a su estilo, declara:“No me gusta hablar de mí, prefiero que lo hagan los demás”. Para hablar con cierta autoridad primero hay que jugar, no? Con un rendimiento regular y sobre todo serio y comprometido con el equipo, el tema de la noche pasa a ser una anécdota que incluso enaltece al ídolo.