Tuesday, May 02, 2006

Para hablar, jugar y bailar

A propósito de la columna en homenaje a Tony Adams y Paul Merson.




Hay algunos jugadores que pueden darse ciertos lujos a la hora de dar declaraciones. Sus dichos, eso sí, solo adquieren real importancia y coherencia cuando se adaptan a la personalidad o al genio del jugador.
De nada sirve llenarse la boca de palabras y luego no jugar a nada, el juego está en la cancha, de eso no hay duda.
Por eso es que el tema de la compatibilidad entre la noche y el juego (conflicto futbolero que fue puesto en el tapete en un artículo escrito en este mismo espacio) debe demostrarse con la pelotita, ya que las habilidades nocturnas se pierden a nuestros ojos.
Johan Cruyff, gestor de la gran campaña de Holanda en el mundial del 74 y hijo de un verdulero que instaló su negocio al costado del estadio del Ajax, declaraba hace años lo siguiente "Cuando vas ganando 4-0 y quedan 10 minutos de partido, es mejor dar al poste un par de veces para que el publico grite 'ooooh'. Siempre me ha encantado ese sonido cuando la pelota da con fuerza al poste". Claro, es que “El flaco”, como le decían por su contextura (la cual no significó un obstáculo en su carrera gracias a su enorme capacidad como futbolista), podía pegarle al palo las veces que quisiera, sin arriesgar pelotazos a las rejas o a los camarógrafos.
Pero tal y como Cruyff gozaba de esas sutilezas o excentricidades, de hecho, posibles para él, no entendía otros placeres, placeres de otra índole sin duda; aquellos que tienen relación con la noche. Por eso, ya siendo en los noventas D.T. del Barcelona, debe haberle causado gran impresión cuando, en su afán conciliador y educativo, mantuvo este sabroso dialogo con su pupilo Romario: “Cruyff: 'No deberías salir tanto por la noche', Romario:'¿Y quién crees que eres para decirme eso?¿mi padre?'”
Romario era capaz de hacer callar al propio Cruyff cuando le tocaban el tema de la noche. Para un jugador como él, ese era un tema ajeno al futbol, distinto de él, nada tenía que ver el rendimiento en la cancha con la lujuria nocturna.
Lo que ocurre es que este tipo de placeres, tan alejados del rectángulo de pasto, desconciertan a quienes pretenden limitar la vida del futbolista a la pelota, al sacrificio y a la exclusiva dedicación, sin tomar conciencia de que hay jugadores que simplemente no necesitan tantas concentraciones y charlas y sacrificios para jugar bien. Este es un problema que parece no tener solución, ¿la noche o el juego? A Romario le acomodaban las dos, de eso no caben dudas, el problema es cuando los malos o medianos jugadores empiezan a comportarse a la “romario”.
Otro experto en estas materias, en esta doble vida, si el podemos llamar de alguna manera, es Diego Armando Maradona, quien esbozó esta pequeña reflexión acerca de los fundamentos fisiológicos de esta atracción que siente el futbolista por la noche. El “pelusa” dice:
"Reconozco que la noche me gusta, pero nos gusta a todos, eh. Especialmente a los que jugamos al fútbol porque tenemos mucha facilidad de movimientos con el propio cuerpo y eso nos hace muy buenos danzarines. Ese es el fundamento por el cual a casi todos los jugadores de fútbol nos gusta la noche y el baile. Manteniendo el equilibrio, un par de salidas no pueden dañar a nadie, pero nunca cambiaría una noche de joda por un partido de fútbol."
Como se puede ver, el astro argentino termina recomendando un equilibrio entre ambos polos aparentemente opuestos (la noche y el futbol) y se inclina por el último, aunque nos queden aún dudas.
Estas son frases con autoridad, una conversación entre las estrellas del futbol, de jugadores que, aunque se vayan de farra, han llegado a ser los mejores. Así también el caso de Merson y Adams, los cuales lograron una regularidad increíble en sus equipos.
Lamentablemente este no es el caso de Pinilla, que sin haber ganado absolutamente nada, ha hablado y protagonizado las más grandes estupideces y sandeces que jamás haya oído y visto la familia futbolera. Es sabido que Pinilla es un aficionado a la noche, pero la regularidad que mantiene, indistintamente, en la barra de la discoteca como en la pista de baile, no la ha podido mantener en su profesión: ha pasado por cinco equipos y apenas destacó en uno, en la “U”, que ni siquiera lo tiene considerado entre sus ídolos. Pinilla es una especie de mártir de esta dicotomía entre el deporte y la fiesta, en el sentido de que su juego murió en pos de la farándula, la noche y las mujeres. Y más encima en el rubro nocturno no tiene gracia, enredándose en conflictos aburridos y saliéndole al paso con poca gracia. Además su forma de hablar, aún engreída, no se corresponde con el pobre futbol que muestra y con las nefastas conquistas de niñitas del mekano o de quien sabe donde.
Es de destacar, a propósito de Pinilla y para cerrar, la actitud del pequeño ganador Lionel Messi (que al parecer no tiene prontuario nocturno), que en una frase muy apegada a su estilo, declara:“No me gusta hablar de mí, prefiero que lo hagan los demás”. Para hablar con cierta autoridad primero hay que jugar, no? Con un rendimiento regular y sobre todo serio y comprometido con el equipo, el tema de la noche pasa a ser una anécdota que incluso enaltece al ídolo.

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