Sunday, June 18, 2006

El delicado y complejo arte de hacer todo mal





Es cierto, se juega el mundial, las mejores selecciones del fútbol y los grandes jugadores de cada país (o de cualquier país, nacionalizados) compiten en tierras alemanas (o no tan alemanas, conquistadas o robadas). Todo el glamour de los ingleses, la actitud de los argentinos, la constelación de los brasileros se dan cita en Europa. Por ello, nadie, o muy pocos, se concentran en los Play Off (que ya de partida tienen un nombre absolutamente ridículo, como de la NBA).
El torneo nacional está mal, eso ya se tiene claro hace tiempo y ahora con el mundial a nadie le duele dejar de lado la fase decisiva de este, que se supone es la instancia que salva a un torneo de por sí devaluado y aburrido.
Sin embargo, en algún lugar indeterminado, en un sector invisible a nuestros ojos, viven unos seres a los cuales se suele llamar “dirigentes” (pero que nadie identifica del todo) y que se dedican silenciosamente al arte de hacer todo mal, es decir, convierten lo malo en peor. El arte de estos seres, que tiene como característica lograr el detalle en la imperfección, gestó por estos días su máxima obra, un verdadero legado para la humanidad, digna de conservarse entre las piezas de un museo vanguardista.
La obra, ya lo suficientemente comentada, tuvo lugar este martes y como algunas obras del surrealismo fue repentina, como un montaje improvisado y con excelentes resultados. Resulta que, como se sabía desde hace rato, Brasil (pentacampeones del mundo y candidatos exclusivos al título) enfrentaba en su debut a Croacia. Y los talentosos dirigentes eligieron programar el clásico universitario (correspondiente a la llave más interesante del los “Play Off”) a la misma hora del debut de amarillos.
Esta obra que, en primera instancia puede sonar carente de valor artístico, es una obra que ofrece muchos conceptos, ya que su valor no reside sólo en su puesta en escena, sino que lo que le da originalidad es un completo entorno de situaciones. Que juegue Brasil a la misma hora, ya, está bien, mala suerte, pero que además se programe un martes y a las cuatros de la tarde, es decir a la hora en que todos trabajan, estudian o hacen algo y que si se van a dedicar a ver fútbol van a ver a Brasil no a la U contra la UC, eso ya es talento puro.
Obviamente siempre hay fieles (que en este caso funcionan como boicots de estos artistas indeterminados) y por ello habían casi 6 mil en el estadio y algunos que siguieron las alternativas por la t.v. Esos serían testigos privilegiados de la obra (aunque hayan contribuido a no darle una total (in)perfección).
Ahora bien, Brasil decepcionó y el clásico estuvo bueno (2-2), lo cual también se le podría reprochar a los artistas de la imperfección que no calcularon esa posibilidad, bueno, no se les podía pedir tanto.
Eso sí, ahora, específicamente el día de ayer, comprobé que siguen siendo los maestros, al corroborar que efectivamente en los “Play Off” no van a haber penales. ¿Porqué? Para que sea más fome, para completar y consagrar definitivamente el arte de hacer todo mal.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Concuerdo plenamente con este ácido cronista, que me ha revelado una hasta ahora desconocida realidad: los dirigentes no son mediocres, tontos, rascas, ignorantes, patéticos, turbios ni nada de lo que hasta ahora había asumido como verdad. Son artistas conceptuales, sin lugar a dudas.

Reinaldo Sánchez es definitivamente un performer profesional y un artista interdisciplinario, capaz de dormirse en las reuniones FIFA (happening posmoderno?), renovar la lengua española con nuevas palabras ("están sobacando el futbol'')y de desarrollar todas estas ideas para el balompié criollo que a nosotros, hombres comunes y corrientes, nos parecen descabelladas. Bravo.

11:31 PM  

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