Saturday, October 13, 2012

1962: El mito del mundial chileno



Digamos de inmediato la tesis que propone y defiende el autor: El mundial del 62 fue el peor de la historia*.
La “demostración” consiste en una muy erudita investigación que analiza el mundial chileno desde el punto de vista organizativo y futbolístico. Su intención, según se desprende de la lectura, es derribar mitos, en el sentido de las muchas falsedades que hasta hoy se sostienen en torno al evento.
Para nadie es difícil imaginar la pobreza de los medios disponible en infraestructura, antes, durante y después del mundial. La carencia existía no sólo en estadios, sino también en canchas de entrenamientos, sitios adecuados para la concentración de las comitivas de la competición, la falta de capacidad hotelera de buena calidad. Estafas y escándalos con respecto a la venta y distribución de las entradas, manejos poco transparentes e hipócritas en torno a la selección de las sedes mundialistas, en fin una serie de falencias que sin duda permiten afirmar que el mundial chileno fue uno de los más mal organizados de la historia.
A modo de anecdotario, cabe añadir que segundos antes del punta pie inicial todos se dieron cuenta que no estaba la pelota, y es que un dirigente las olvidó y las dejó en su casa. Además la pelota oficial –de flamante industria chilena- según se señala duraba solo un tiempo, luego se desfiguraba y se desinflaba. Por esa razón -además de las constantes quejas de los seleccionados del Viejo Mundo- la FIFA autorizó el cambio de balón a mitad de torneo, y hubo que traerlos todos desde Europa.
Desde el punto de vista futbolístico, Matamala nos dice que el mundial fue muy malo, debido en primer lugar a la inaudita violencia que se vio durante los partidos, que amenazó incluso la continuidad del mismo. Se vivieron vergonzosas batallas campales, entre esta clase episodios podemos mencionar, Argentina versus Bulgaria en Rancagua, Yugoeslavia contra la Unión Soviética en Arica, Alemania contra Suiza y Chile contra Italia, ambos en el estadio Nacional. Y con respecto a este último partido -según sostiene el autor del libro- Leonel Sánchez no fue expulsado gracias a que la terna referil protegía abiertamente a los locales, tendencia que ocurrió durante todo el torneo, incluyendo la clara derrota contra Brasil.
Fue uno de los mundiales con menos goles en la historia del fútbol y uno de los mundiales con menos gente en las galerías: el alto costo de las entradas y el desinterés general de los chilenos con los demás equipos,tuvo por consecuencia que la semifinal entre checoeslovacos y yugoeslavos solo fuera mirada por 6 mil personas.
Por otra parte, el autor señala que el mundial fue también decepcionante en materia futbolística, porque si bien estaba plagado de estrellas, durante el mundial –salvo Garrincha- no brilló ninguna de ellas. Pelé, se lesionó en el primer partido, Di Stefano que venía con España, se taimó y no jugó ni una vez. Puskas, también defendiendo a España (y no a su natal Hungría, que también participaba), poco y nada mostró. Yashin, el araña negra, arquero de la URRSS, tuvo jornadas tan negras como su uniforme, y llegaba con el cartel del mejor del mundo. Por último, Matamala se lamenta que muchos buenos equipos de aquel entonces quedaron fuera de la cita, como Francia, Austria y Perú, ausencia esta última que perjudicó económicamente la sede de Arica, pues contaban con presencia de los vecinos como cabeza de serie, sin embargo quedaron eliminados sorpresivamente, si mal no lo recuerdo, contra los muy discretos colombianos, a juicio de Matamala. En fin, todos estos (y otros más contiene el libro) vienen a ser los susodichos argumentos “objetivos” que condenan el mundial criollo.

Ahora bien, quisiera hacer un crítica a ese valor de “la objetividad” que tanto conmueve al periodista. ¿Existe algo menos apegado a la realidad acaso que esa fría objetividad que reclama Matamala? ¿Los brasileros campeones de entonces dirán que el mundial de Chile fue una mierda? Siendo el de Italia 90 también apuntado como un desastre de mundial, desde el punto de vista futbolístico, ¿sentirán lo mismo los alemanes que unificados lo ganaron?, o bien ¿cuál vendría a ser el mejor mundial para los españoles sino es el de Sudáfrica 2010? Y para nosotros, ¿fue el mundial de Chile el peor, o diremos que el mejor fue el de Corea y Japón donde ni siquiera fuimos? ¿O el del 30 donde no vinieron los europeos a jugar?, ¿habrá mejor mundial para los uruguayos que el Brasil en 1950? ¿Finalmente, tiene algún sentido hablar con objetividad de algún mundial o de cualquier torneo?... ¿a quién realmente le puede importar “descubrir” esa objetiva realidad? y ¿con qué fines? Las estadísticas, en este caso, tienen sentido solo dentro de los Almanaques.
Además con “números” Matamala “demuestra” también que la selección chilena del 62 no es la mejor de la historia, y dice que Leonel Sánchez ni siquiera entraría en el 11 ideal, porque según sus datos Caszeli ocuparía su lugar. Curioso, siendo Sánchez recordado por ser el máximo goleador chileno en los mundiales, y a su vez Carlos Caszeli -el que ocuparía su puesto-, es recordado por ser el primer jugador expulsado en la historia de los mundiales y además a los 5 minutos de juego, y por supuesto que lo recodamos también por aquel horrible penal que erró contra Austria, recién empezando otra aventura mundialista que terminó en un rotundo fracaso. Pero bueno, “la realidad objetiva” dice que Leonel Sánchez, no entraría de titular en la oncena histórica de Chile.
No hay criterio más alejado de la realidad que la preciada perspectiva “objetiva”. Esta objetividad despoja al asunto de su existencia, y divide las partes de un todo, y solo estipula detalles para ofrecer luego una nueva “realidad”, que pretende ser “más verdadera”. Pero la verdad, es que esta nueva construcción es frágil, ficticia e ineficiente, ya que no arraiga en el alma ni en la memoria colectiva ni como imagen ni como recuerdo ni sentimiento. Y si bien es posible comparar organizaciones, creo que la materia futbolística es mucho más compleja en su análisis: el mejor partido no es aquel de más goles, y las excesivas patadas sin duda marcan un punto de inflexión en la historia del fútbol que trajo consigo reformas al reglamento, en ese sentido se sacaron nada más que buenas lecciones de la violencia del mundial. La mano negra del arbitraje, que existió en el 62, también existió en casi todos los mundiales y Matamala eso también lo sabe y reconoce.
El libro, aunque está bien escrito, con un tono algo pedante, a veces tiende a aventurarse en ribetes literarios, ofreciendo poco ágiles e intrascendentes diálogos entre los personajes de esa época, por lo mismo le queda mucho mejor la descripción prosaica pues gana el texto con ella economía, seriedad y mayor claridad. Además hay una sección completamente innecesaria del libro que se llama “el mundial de la gente”, esta parte presenta las memorias de anónimos testigos, digamos que las impresiones rescatadas realmente caen en un cliché sensibilero e insignificante, sacando el autor la peor faceta del periodismo; la nota rosa.
Por último, le recomendamos a Matamala que retire también el desafortunado capítulo final donde relata con una poética asquerosa el funeral de Ramírez, uno de los delanteros chilenos durante el 62 que marcó goles contra Italia y Suiza. En este epílogo el periodista trata de filosofar en torno a las glorias pasadas, al mito, la ilusión, la vejez y la muerte. Al contemplar a los restantes jugadores de ese plantel durante el entierro, los ve acabados, patéticamente mamando de ese recuerdo de gloria, regocijándose todavía en él, y finalmente el periodista se compadece de ellos previendo su cercana muerte. Digamos que la reflexión es de pésimo gusto y con un tenor casi ofensivo en contra de la generación del 62. ¿Con qué derecho puede enjuiciar así la vida de una persona, valorando y remitiendo toda su trayectoria no solo profesional sino que existencial en general a una única experiencia? ¿Acaso pretende hacernos creer que en esta gente no hay más eventos significativos en su memoria, más motivos de orgullos, más felicidades personales, otros acontecimientos imborrables? ¿Viven únicamente para el mundial del 62? La verdad es que raya en la falta de respeto aquí Matamala. Y probablemente por escribir semejante y odioso epilogo pudiera ser merecedor de un cornete en el hocico, como se lo deseó públicamente Eduardo Bomballet.
Debemos agradecer, de todas formas la publicación de este libro por la seriedad de la investigación, la gigantesca información, la rectificación de algunos datos. Hay también un intento valorable del periodista por comprender y situar el mundial, dentro del contingente -y por supuesto- complejo contexto sociopolítico de la época, además aplaudo el exquisito anecdotario que el libro ofrece. A modo de ejemplo, en Arica jugaron los soviéticos contra Colombia, David contra Goliat, 4 a 1 ganaban los rusos, mas por esas cosas increíbles del fútbol, Colombia lo empata a 4, y los chilenos eufóricos presentes no vieron nada mejor que saltarse a la cancha para llevar en andas a los colombianos por su heroica gesta. Hermosa imagen del peor de los mundiales.

Esto es palabra de fútbol

Andrés Vidal Domínguez


*Matamala, Daniel: "1962: el mito del mundial chileno". Santiago, ediciones B.

2 Comments:

Blogger Mister Huifa said...

No es una investigacion erudita...Matamala peca de desinformacion. Futbolisticamente hablando existe consenso mundial que Italia 90 fue el peor mundial, Uruguay 1930 tuvo menos sedes (solo 1), Inglaterra 1966 mas polemica y violenta ( arbitrajes escandalosos, Pele lesionado impunemente, goles viciados en la final para favorecer a Inglaterra), y en Chile no hubo tongos ( España 82 Alemania-Austria). El texto de Matamala es solo un librillo oportunista y tergiversador.

11:44 PM  
Anonymous andres said...

no creo que exista algo así como un peor mundial, justamente ese tipo de juicios no enriquecen en nada al fútbol... en italia noventa me toco ser testigo, por ejemplo, desde la genialidad de maradona y caniggia contra brasil en octavos, de las grandes fintas de renè higuita y de la magia negra de roger milla..... uruguay del 30, de acuerdo con todo, pero es el primer mundial, es el origen..... insisto no hay peores mundiales, el del 66 se caracterizó por els aqueo contra los sudamericanos y dle robo durante la final.. en fin... son cosas del fútbol, matamala creo que mete un péisimo elemento en discusión; a saber; poner en jerarquías un mundial con el otro cuando todos son únicos, puesto que el juego tiene eso, que es irrepetible, de lo contrario perderíamos ese entusiasmo único

9:37 AM  

Post a Comment

<< Home